Nuestros abuelos eran no sólo tecnólogos, sino consultores de alto rango, sin saberlo.

Nuestros abuelos eran no sólo tecnólogos, sino consultores de alto rango, sin saberlo.
No había caído hasta hace unos diez años en la cuenta que mi abuelo, y por extensión el tuyo también, DEP o RIP, a gusto del lector, fue en su día pionero de los tecnólogos de hoy, y ya no sólo eso, sino de los consultores tan cotizados. Permitirme haceros partícipes de tan grato descubrimiento.
Aún recuerdo cuando entré como trabajador en una gran consultora internacional. Yo, jovencito, barbilampiño, pero sobre todo, acongojado de la gran sabiduría y sapiencia que se respiraba en el ambiente.
Me sorprendía la cantidad de expresiones anglosajonas que se oían desde el momento de entrar en mi planta, la número cinco (no me hagan rimas por favor), de las de entonces dieciséis que comprendía el edificio para dicha consultora. De hecho, por momentos cerraba los ojos, y me sentía traslapado a la City.
La gente no te decía en qué horas podías reunirte, sino en qué “slot” podías hacer una meeting… No te decían: dime tres o cuatro puntos importantes, sino “lánzame unos bullets”, o ya el colmo, no se hablaban de “argumentos o puntos fuertes” sino de “killers”. Llegó el punto en que tuve que apropiarme de un diccionario consultora-español // español-consultora.
Real como la vida misma. Yo creía que nunca progresaría, y que mis estudios (ingeniería informática de gestión por Camdridge University) no valdrían para nada. Me sentía muy pequeñito. De hecho, recuerdo que en aquel entonces me encargaron optimizar la base de datos para acoplarla a ITIL, lo que se llama CMDB. Pero antes, me dieron un pequeño documento interno, sobre procedimientos. El socio consultor me dijo en tono snob: ¿puedes hacerme una diagonal Reading y decirme qué piensas? Y yo, que me creía tecnólogo por mi carrera, me quedé asustado. Me preguntaba…¿tendré que girar mi cabeza 45º y hacer lo mismo con el libro, para leer en diagonal? Menos mal que, al instante, recordé a mi abuelo, quien un día, leyendo el periódico Ya, me dijo: “échale un vistazo y me dices”…aháaaaaaaaa, sería eso. Empecé ya a indagar sobre los dichos de mi abuelo. Algo me decía que mi abuelo me ayudaría en mi experiencia laboral.
Con el paso del tiempo, me di cuenta, no solo en esta compañía, de la cual guardo gratísimos recuerdos por todo lo que aprendí, sino en otra consultora más, española, pero magnífica, internacional, con más de cinco mil empleados, que mi querido abuelo podía haber montado su propia consultora ¡¡¡Pena que las tecnologías no estuvieran tan avanzadas en el año 36. Mi abuelo hubiera sido un gran tecnólogo!!!!!
¿Cuándo me di cuenta? ¿Cuál fue mi kick-off (perdón, perdón,) mi punto de partida? Bien, allá por 1998, estuve en una reunión de management (perdón, perdón), de gestión, en la que un gurú (algo así como un tío que sabe mucho, al que se le paga por decir cosas que sabes pero que no te ha dado tiempo a escribirlas y decirlas con gracia), explicaba a nosotros los oyentes, el “principio de Peters”. Según este gurú, era la clave de la optimización de recursos.
Y ahí, nosotros lo oyentes, tecnólogos y consultores, intentando aprender y captar la pócima de la sabiduría infinita.
Nos contaba, en un pequeño briefing, (perdón perdón), en un breve resumen, que cuando uno sintoniza la radio (en su día, claro), uno movía el sintonizador (ruletita de toda la vida), hasta encontrar la posición perfecta del dial. Se dio ejemplo de lo que entonces era el famoso 93.9 (los cuarenta), y decía que en el 93.8 no se oía perfecto, y en el 94.0, tampoco, porque el exceso o defecto de ajuste haría que no se oyera de forma óptima, para después aplicarlo a que, o ajustamos los perfiles de los trabajadores, o por defecto o exceso, les tendremos en puestos que no son en los que deben estar dando lo mejor de sí, y por tanto no estaríamos optimizando tal recurso. Y como ilustración, el archiconocido caso del buen comercial, que “le desintonizan” y le hacen “director comercial” creyendo que el mero hecho de ser buen comercial le convertiría en un perfecto director comercial, perdiendo un gran comercial (93.9), y ganando un pésimo director comercial (94.0).
Fue entonces, cuando, en una de mis divagaciones, apareció de nuevo la cara de mi abuelo. Y recuerdo que, en su día él, campechano, sin dinero, con su eterna camisa blanca, y su traguito de buen brandy Fundador, me decía una expresión de cuatro palabras de forma gratuita, que sinceramente, valían el peso de DotCom en oro. Con una introducción, y tras mojarse muy repetidamente sus labios con Brandy ( para su dolor de muelas, como él decía), me dijo: querido nieto, aprende estas cuatro palabras: “ZAPATERO, A TUS ZAPATOS”.
Toma ya!!!! Qué cuatro palabras!!! Qué manera de sintetizar lo que el gurú, previo pago de hora a precios de boom inmobiliario, nos dijo con esa verborrea. Siiiiiii, el abuelo de Victor Manuel era picador, allá en la mina, pero el mío era tecnólogo y consultor!!! Qué sabiduría infinita: “échale un vistazo y me cuentas….y zapatero a tus zapatos”….Qué grande era mi abuelo. Otros pagaron más de cincuenta mil euros en increíbles master para aprender a decir, eso sí, perfectamente engominados “diagonal Reading y principio de Peters”. Tócate los códigos fuente, Mari Loli.
Una vez iluminado, tuve continuas conversaciones con mi abuelo, representante de todos los abuelos de los ahora ingenieros de telecos, tecnólogos y consultores TIC, y procedimos a la creación de una pequeña tabla, en la que mi abuelo traducía en su lenguaje, el de toda la vida, lo mismo que los licenciados y “doctorangos” de universidades nos enseñaban previo pago por caja. Aquí os lo dejo amigos, y ya veréis, como vosotros, también diréis: ¡¡¡mi abuelo era tecnólogo y consultor!!! Os adelanto las primeras filas…habrá más…prometido
Bienvenidos al foro. Veréis que todos tenemos un poquito de consultor, y que al final, toda la comunidad IT, somos la gran consultora TIC que este país necesita. Solo tenemos que creérnoslo, y saber escribirlo, cosa que nuestros abuelos no tuvieron tiempo…